De los últimos días de verano

Dormir desnudo. Amaneceres tempranos. Duchas frías. Necesarias clases de ingles que me causan modorra. Desayunos con el Pato. Idas y venidas en la oficina. El pasar de las horas. El acostumbrarse a las ensaladas de anchovetas con champiñones y sopas instantáneas (hechas por mis propias manos). Citas tontas, conversaciones profundas y relaciones virtuales efímeras. Las tardes parecen tan lentas cuando vives solo. Pero ya te vas acostumbrando. Después de todo es mejor así. Has hallado la libertad del que ya no busca. Del que ya no va esperando nada al caer la tarde. Solo un frapé de vainilla y Mar de Copas; aunque aun sea verano y haya que estar un poquito menos denso...

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