todo sobre mi viaje x (9 de enero del 2009)

El viernes me levante un poco mas temprano que los demás de la habitación y aproveche para bañarme con total tranquilidad. Luego que Tavis se baño y estuvo listo, bajamos al primer piso del hostel a tomar café, luego cerveza para completar el desayuno (como ya era por costumbre) . Teniamos decidido salir a caminar por la ciudad. Invitamos al chico de Eslovaquia venir con nosotros pero no quizo. Y nada, salimos los dos del hostel. Tomamos un taxi que nos llevo hasta el centro de la ciudad. Nos dejo en la Plaza Caicedo y empezamos a caminar a su alrededor. Cali es una ciudad movida, comercial, musical. Sin aires de pretensión, no histórica, ni cultural. Solo eso. Una ciudad para vivir y para bailar salsa. Habia un sol increíble, y pasamos horas caminando. Cruzamos un puente sobre el rió Cali donde se veía la Iglesia de la Ermita.
En el malecón del rió aun estaban las luces de navidad. Nos sentamos en la plaza, esquivamos a los infinitos comerciantes y mendigos que habían. Caminamos al borde del rio en lo que buscábamos la Iglesia de la Merced. La encontramos en un barrio con un ambiente mas colonial que el resto de la ciudad. Entramos al museo de la iglesia donde nos atendieron muy amablemente. Vimos un montón de cerámicos y artesanías de las culturas precolombinas colombianas. En el patio central del museo había replicas de los esculturas de San Agustín donde Tavis y yo nos tomamos fotos.
Luego de salir del museo del Iglesia de la Merced seguimos caminando hasta encontrar un restaurante que para nuestra suerte tenia un excelente sabor (peruano diría yo). Ya después del almuerzo decidimos regresar caminando a hostel (nos cruzamos media ciudad). Una vez que llegamos yo aproveche para empacar. Había quedado con un señor italiano que conocí el hostel que también iba para Medellin para salir juntos al terrapuerto a eso de las 7:30.
En lo que esperaba la noche, nos fuimos al jardín trasero del hostel para hecharnos una siesta y tomar mas cerveza. Tavis luego tomo clases de salsa mientras yo escuchaba música en una hamaca y pensaba en mi partida. Por un momentos se me paso la idea de quedarme allí con Tavis un día mas. Miedo a proseguir con el viaje. Pero las cosas ya estaban decididas. Tenia que llegar a Santa Marta (Tavis iba pasar mas tiempo en Cali y luego se iría a la zona cafetera; yo no tenia tanto tiempo para desviarme por esa ruta).
Al caer la tarde, salirnos a cenar por ultima vez. Fuimos a un restaurante que era de la misma cadena donde almorzamos. Luego, regresamos al hostel y el señor italiano ya había regresado. Así que era finalmente el momento de partir. Nos tomamos la ultima cerveza, intercambiamos correos. Finalmente nos despedimos y aunque suene medio cursi, para siempre. Alli terminaba una amistad que había comenzado casi una semana antes. Lo había conocido solo 5 minutos después que me despedi de Andres y David en Ibarra (Ecuador), habiamos cruzado la frontera juntos, habíamos conocido a otras personas muy bacanes como Lucy y Sebastian, nos habíamos emborrachado juntos, compartido habitaciones, comido juntos, muchas cosas en tan pocos días. Tomamos un taxi con el italiano y fuimos al terminal de buses de Cali a eso de las 8. Compramos unos de los últimos asientos que salían para Medellín a las 11: 00 am. Así emprendí el viaje hacia esa ciudad, en bus con el aire acondicionado extremadamente frio y yo con polo sin tener nada a mano para abrigarme. Así pasarían como 12 horas de viaje para llegar a Medellín. Solo, esta vez. Es que los viajes, como la vida, tiene sus fases. Es lo que tenia que pasar.

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