Todo sobre mi viaje xvi (14 de enero del 2009)

Ya van pasando varios meses desde entonces y algunas cosas se me van olvidando. Otras quedan para siempre o regresan cuando menos lo esperas. Recuerdo que ese día me levante temprano ya que me iban a venir a recojer para el tour que habia contratado hacia Tayrona. La situación era bastante informal. Se trataba solo de una chica que coordinaba con unos pescadores para que, con sus botes a motor, nos lleven hacia la reserva. Me lleve los peores sustos de mi vida. Nunca había subido a una lancha; el mar estaba embravecido; los asientos eran incómodos; la seguridad, mínima. Hubo momento en que creí que en cualquier segundo el bote se hundía en medio del mar Caribe. Y los cerca de 40 minutos que tomo el viaje parecían inacabables. Cuando llegue a una playa recién recobre el semblante.
En cierto modo valió la pena la travesía. La playa era muy bella. De aguas tranquilas, color turquesa; estaba dentro de una pequeña bahía; había poca gente; la arena blanca; detrás los bosques del Tayrona.

En el bote en que iba hacia esta playa había una pareja de un chica colombiana y un chico español que subieron conmigo. Ya en la playa nos hicimos amigos. Ellos se conocieron por Internet meses antes y bueno decidieron pasar las vacaciones de ese verano juntos. Solo eso. En Santa Marta se separaban por que el seguía su viaje hacia Medellin y ella regresaba a Bogota. El día del playa no fue tan solitario por que la pase con ellos; aunque manteniendo mi distancia y conservando mi soledad.
Camine por la playa una y otra vez. Me bañe.Un día tranquilo como pocos.
Al atardecer regresamos a San Marta por tierra y luego de nuevo a Tayrona. La noche en la casa de la familia que alojo fue muy especial. Cene, vi televiso en lo que conversaba con el señor,mientras cocinaba para los clientes. Me sentí un poco en casa. Creo que fue lo mejor no haber encontrado habitación en el hostel y alojarme allí. Luego me tire en la hamaa del patio de la casa a pensar. A escuchar Mar de Copas. Fueron los minutos y las horas de mayor plenitud. Creo que todo el viaje valio solo por ese momento. Tirarme en una hamaca en un balneario del mar Caribe a escuchar música y pensar sin estres. De mi vida, de lo que me venia en este futuro, de todas las grandes mierdas de mi vida. Lloré. Dormí.
Al dia siguiente partiria hacia Bogota; sumamente misio.

0 comentarios: